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Sala de mi casa. Al centro, mis abuelos Alberto y Esperanza. |
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La plancha. |
Todo pasa el fin de semana, cuando no hay nada abierto, y la gente no está para nada. Tú sabes lo que es que se me rompa la plancha hoy, que tengo que planchar toda la ropa de la cena de navidad. Si estuviera en Cuba... -pensé-, mi abuelito me la arreglaría, porque mi abuelo materno, que dicho sea de paso, se llamaba Alberto, como yo, o yo como él, aunque creo que estaba destinado a llamarme así. Mi bisabuelo paterno se llamaba Alberto Primitivo, y mi bisabuela materna se llamaba Blanca, que es como llamarse Alberta o Alba o Albertina, porque el nombre Alberto viene del latín "arbus" que significa "blanco', tanto es, que el album de fotografía, quiere decir libro blanco y más lo confirme, cuando llegué a Brasil y supe que todo liquido blanqueador se llama "alvejante", y que el deporte del arco y flecha se llama, tiro al blanco, así como cuando uno no quiere que hablen de su persona, dice: "não quero ser alvo de comentarios"; como en español, pero blanco. Hago toda esta retórica porque como dije al principio, mi abuelo que EPD, arreglaba planchas para todo el barrio; él aprendió el arte de dejarlas como nuevas, con una serie de alambritos mágicos que las hacía funcionar y era para las pobres amas de casa de San Miguel del Padrón una especie de santo, por no decir San Alberto.
Resulta que iban a mi casa infinidad de personas conocidas y otras no, a las que se le preguntaba el nombre para reconocimiento de sue equipo, pero sucedió que un día fue una señora que trabajaba en el hospital "La Balear", que está frente a mi casa de Cuba; de esas que uno conoce de paso, pero no se sabe el nombre; en ausencia de mi abuelo, fue mi abuela quien recibió la plancha; sé gue al irse esta, mi abuela no supo nunca el nombre y puso en un cartoncito colgando de un alambre, las características de la señora . Mi abuelo llegó, arregló la plancha y al día siguiente la dueña volvió a recogerla; esta vez era mi abuela quien no estaba; había ido a cobrar su chequera a la "Vírgen del camino" por lo que la señora con mucho trabajo, tuvo que identificar su plancha, la que mi abuelo le entregó atentamente, pero él no había leido el cartoncito. Cuado aquella señora leyó lo que mi abuela había puesto, se quedó líbida, palideció y dijo con voz entrecortada y llena de ira: Alberto yo me llamo Elvira Domínguez Castillo. Mi abuelo no entendió nada, hasta leer lo que mi abuela había puesto para identificarla. Decía así: Negra culona de espejuelos, que no sé si trabaja en la Balear. La vergüenza le impidió a mi abuelo cobrarle por el trabajo a la ya identificada Elvira, que a la semana siguiente, volvió con otra plancha y la recibió mi abuela llorando de la risa. Se hicieron grandes amigas.
1 comentario:
Pi tremenda historia. Aunque, si te soy sincero, pensé que se trataba de la otra historia de "MAMÁ LA PLANCHA "con la que nos divertimos tantas veces. No obstante, me gustó muchísimo. Gracias por esas cosas tuyas que tanto nos divierten.
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