martes, 1 de agosto de 2017

Luz roja.


Habían pasado ya cuatro meses de un acto que nunca imaginó poder cometer. No se arrepentía pero el dolor era impiedoso, no se acostumbraba a la idea de su ausencia ni a su propia  presencia en aquel lugar tan benévolo  por los afectos que en él encontró y tan ajeno e impersonal a la vez. Aun retumbaba el llanto en sus oidos y las voces ciegas de aquellos que lo animaban a seguir adelante, a no mirar a la ventana  amarilla en la resaltaba su imagen inmóvil, aquella mirada que no lo dejaba y   lo perseguia desde aquel momento.
Nadie entendía su andar cabizbajo ni su paso lento, nada le hacia sonreir, su sonrisa se habia hospedado en su nuca y  ahí yacia.

Esa mañana se había despertado aturdido, taciturno; un sueño extraño en el que una envolvente luz roja lo iluminaba, a la vez que lo dejara cataléptico, sin habla, inmóvil, una luz densa, no  como aquella leve y clara, que habia desaparecido de sus dias, los que nunca más habían sido soleados.

Al  levantarse se dirigió  al negocio mas cercano, cuando por el camino una hoja suave de papel le acarició el rostro; no era otoño,  habia una brisa matinal, que no  justificaba el hecho de volara una hoja de papel la  tomó en su mano y era un papel en el que se podía leer: YA por un lado y por su reverso,  se divisaban cuatro tablas cuadriculadas con números, algunos tachados con leve grafito, lo leyó y automáticamente lo llevo a su bolsillo, ante la ausencia de una papelera  cercana.

Llegó al comercio,  pidió un café mañanero y al querer pagar percibió que habia salido sin su billetera, sacando tan solo el papel que habia batido en su rostro y que deberia estar en la papelera, por lo que se lo dio para echar fuera a la dependienta que con mirada verde y sonrisa violeta le preguntó: Lo revisamos, es de ayer; a lo que este accedió, pasando dicha hoja por una luz roja que la envolvió recordándole su sueño.  Miró al cielo y vio la,luz del sol como anticipo de lo que se avecinaba, lo que podria suceder de escuchar las trompetas de triunfo, sonido caraceristico para los boletos premiados y le vino a la mente aquella imagen de su perrito de 14 anos,  que había tenido que dejar al cuidado de un buen y viejo amigo, hasta que él no tuviera el monto suficiente para su traslado.  Miro su reloj, eran las 11:11 am, al mismo tiempo que sonaban las trompetas unido al estruendoso grito de la dependienta.  Esta vez no era un sueño, quedo cataléptico al saber que por un golpe de viento del destino se habia convertido en un hombre rico y afortunado.

MIAMI. 31 de julio de 2017.
11:11 pm

viernes, 7 de julio de 2017

Anda pensamiento mío

No piensen que esté feliz porque les muestre los dientes;
también lo hago en el dentista y sabemos que se siente,
no por ello me retiro y doy entrada a esta suerte,
porque todo es relativo, aquí nada es permanente.
Soy como agua de río, que cuando una piedra embeste,
la entorna sin mucho ruido, continuando en su vertiente.
Es pasajero el destino; mi madre Santa me advierte,
Dios  tiene manos y oídos y de ello estoy consciente.

Miami, 7 de julio de 2017.

viernes, 30 de junio de 2017

Incertidumbre mañanera



No sé si se lo llevaba o si no quería entregármelo. Su figura fina, blanca y esbelta, cubierta por una vaporosa bata amarillo pastel, evidenciaba su prisa. Algo sostenía entre sus manos. Se las abrimos a las fuerzas entre mi dulce tía y yo; no hizo mucha resistencia,  fue así que dejó ver en su palma un papel muy doblado, de aquellos amarillos de oficina que sirven para adherir a los escritorios, con mensajes, notas o recordatorios. Salió corriendo sin decir nada, sin identificarse siquiera. Fijé la vista en el papel deparándome ante una caligrafía de trazos perfectos, casi quebradiza en su tono gris grafito.
Decía: Piju, -como solo pocas personas me han dicho durante este medio siglo de vida-; de pronto un frío intenso cubrió mi cuerpo unido a una luz en mi rostro, traté de taparme, guarecerme de ellos bajo la manta, de nada valió, la grafía se fue disolviendo y  abriéndose con ello la puerta del último día de junio. 


Amanecía y la baja temperatura de la habitación se había unido al leve resplandor, borrando el sueño o, revelación de algo que el devenir de la jornada espero me dicte haciéndome salir de esta dichosa incertidumbre mañanera.

Cidade maravilhosa


¡Qué maravilla esto de hablar en un comercio y que todos te entiendan, 
tanto el chiste, como la protesta, no tener que pensar​ para decir las cosas como son,  
-incluso las malas palabras-; no tener que quedarse callado ante una situación ofensiva, porque la ira te invade los sentidos y te apaga el habla; saber lo que significa cada gesto y/o mirada.
¡Qué maravilla estar entre los de uno, tan cerca de Cuba y de la Habana¡
Qué maravilla esta SAUDADE, esta vontade de você na "Little Havana"

viernes, 23 de junio de 2017

Luxo mi lujo.


No quiero más recuerdos, si no tengo su abrazo,
Su mirada leal, su peluche en mi espacio.
Está en cada comida, está en todos mis pasos,
Mi puerta está vacía cada vez que la abro,
Sin esa, algarabía, qué dolor, qué arrebato.
Para mi fantasía, trato de leer algo,
En todo me aparece, revolcándo mi estrato,
El piso se me va, alimento a unos gatos.
Ayúdame Dios, mío, tú sabes de qué hablo.
Sabía que era así, no sé si aguanto tanto.

jueves, 22 de junio de 2017

El buen hombre.


Las cosas son como son
y no como uno las quiere,
Las fuerzas, pero el destino,
al final cobra con creces,
Ese que uno tanto esquiva,
Y se esconde muchas  veces,
Es quien un día te abriga,
Sin pensar, sin intereses.
La mano de aquel que mimas
Y en quien confías tus preces,
te paga con lo mezquino,
cosa que uno no merece.
Por eso sigo mi sino y actuo
distraídamente, me entretengo,
Yo ni opino, porque la lengua estremece
Y  tergiversan tu idea,
que para eso sí hay gente
puede que algo salga mal,
Y razón tenga quien piense,
Que no estoy apto, al final
Jamás volaron los peces.
Daño si sé que no no hago,  
Al contrario, que liberen,
Su nuca para asentir,
Que este cubano, no miente,
El bien siempre llevo en mí,
Y la razón bajo vientre,
Detesto la gente ruín,
Al aparente que intente,
Cogerme para fingir
Ese que histriónicamente,
Se vale de mi sentir,
Para mostrarse valiente.
A ese la, sigo hasta el fin,
Con mi sonrisa entredientes.
Lo pongo en plaza mayor,
Cuando de ello ni se acuerde,
Que para memoria yo,
No se me escapa el pariente.
Que la venganza es un plato,
Que no se come caliente.

Miami, Coral Gables. 7:43 pm. 22 de junio,de 2017.

martes, 20 de junio de 2017

Desagravio (A la memoria de mi abuela paterna Esther Carretero de Pijuán. "La elegante")

¿Por qué expones tantas negras?
 Como si yo fuera blanco,
Preguntan con imprudencia,
Sin percibir el agravio.
Nunca vieron a mi abuela,
Desconocen a mis santos.
Si mi Francisco se entera,
Si Francisca saca el manto,
 Supieran que en esta tierra
A diario yo les demando,
 Que me cuiden a mi madre
A la gente que yo amo;
 Que son ellos en la noche
Los que me secan el llanto,
Los que me cuidan el sueño
A quien les debo el encanto,
De hacerlos reír a veces,
Escondiendo mis quebrantos,
Que canto porque  Yalodde,
Me dio esta voz que entonando,
 Endulza los corazones,
 Con la miel que va en su mano
Que me dan fuerza, por eso,
A veces resisto tanto
Y les parezco travieso
Y les parezco pesado
 Aunque no llego al exceso,
A veces me sobrepaso,
 Todos tenemos de buenos
 Todos tenemos de malos
Tomen esto de remedio
 Aquellos que han preguntado
 Las lindas también son negras
Hay blancas feas de espanto
 La belleza está en el alma
Que todos somos humanos.
¡¿Por qué expongo tantas negras?!
¡Reparen bien en mis trazos!

lunes, 19 de junio de 2017

Eres

Eres la malanga de mi fórmula basal, la Nafazolina fresca pa mi orificio nasal. Eres mi tormento, mi tomate con sal, la vaselina en mi pasa. La mantequilla en mi pan. Te veo y siento un salto, que puedo comparar, con el momento exacto que en Coppelia se da, después de hacer la cola, y la empleada va, y dice: Caballero, pase el que tenga un jarro, porque ya agua no hay.

domingo, 18 de junio de 2017

Hora turbia

Sonó el teléfono a las siete de la mañana, anunciando un problema grave en la familia, salí corriendo, había que resolverlo; desperté a mi hermanito, diez años menor que yo; mi madre se desvaneció en su sillón; me tocaba a mí. ¿Cómo? No sabía, pero era el momento; el entrenamiento había terminado. La hora de los hornos había llegado. Era domingo, no había transporte, fuimos a pie hasta hasta donde el patriarca. La orden era ir con él; tomé la decisión de ir solo. Así lo hice como aquel siete de enero de 1965, cuando decidí venir a este mundo. Me senté a esperarlo; sólo él me sacaría de tamaña situación, no llegaba nadie, pasaban las horas y nada desde las nueve de la mañana. Ocho horas pasaron hasta llegar el primero, pero no era suficiente, a medida que pasaba el tiempo llegaban más y más. Su presencia perfecta y única no hacía su entrada, yo ecuánime, como de él lo había aprendido. La paciencia es una virtud de los que esperan, todo llega, todo pasa, por eso no desistiría en mi empeño. Llegó la noche con su crueldad, y con ellas más personas, nadie se me acercaba ni quería, total nada irían a cambiar. Mi disgusto por su ausencia iba “in crescendo” no entendía nada, era un sentimiento ajeno, ese nunca lo había experimentado. Se acercaba la medianoche y nada, la sala llena , pero era como si no hubiera nadie. La madrugada hizo su entrada y a su paso la mañana. Había amanecido y él no estaba, de pronto todos se levantaron, alguien avisó que ya se lo llevaban. Seguía sin entender, salí del lugar, me pegué a la pared, me fui deslizando lentamente hasta tocar el suelo, una mano extendida me hizo levantarme y erguirme, saqué mis gafas oscuras, no quería ver, no quería que me vieran. Avancé aturdido ante la mirada de todos, entre en el carro, no atinaba, por el camino las personas se hacían la señal de la cruz, no quería saber porqué, llegamos a aquel precioso lugar que desde entonces ya nunca más lofue. Nunca me gustaron los curas, no sé si fue por eso que le impedí se escuchara lo que por obligación tenía que decir. El sonido que de mí brotaba era más importante que su padre nuestro, al final el padre era mío. Había muerto PAPÁ, cosa que yo no aceptaba. Veinte años pasaron y aún sigo viendo su sonrisa, escuchando su voz y su silbido en la noche anunciándo su llegada después del trabajo al niño que fui, al adulto que soy, siento su apoyo y su a abrazo a cada paso. Gracias Papá, yo que te quiero tanto.

Miami 18 de junio de 2017. 12:47

Nota:  Eterna e infinitamente agradecido a mis amigos Lídice Perez López y Armando Sotolongo Manito; así como a mis compañeros y hermanos queridos del Museo de Historia de las Ciencias, que me acompañaron aquel domingo 20 de julio y la mañana del lunes 21.

miércoles, 10 de mayo de 2017

El augurio del aguacatero.

El cansancio no me dejaba sostenerme ya, mis acompañantes habian claudicado ante la idea de continuar; hacia tres meses que las madrugadas eran como dias soleados; las luces de la terminal de trenes servian para ello.  Tres  meses sin descanso, de caminatas; Marino era el nombre del contacto, con quien habiamos entablado una leve pero sincera amistad; nunca nos regalo nada, ni nos defraudo en el arte de resolvernos los problemas. Fuimos por una cosa y regresabamos por otra.
La hermana mayor  siempre estaba montada con el espiritu de su bisabuela, que habia sido esclava y luego cimarrona.  era una entidad que cuando animaba carne andaba sin zapatos, de blanco y con un  cinta roja en la cabeza blanca de muy poco pelo nos habia vaticinado el futuro a los tres desde  la primera visita. (continuará)

miércoles, 8 de marzo de 2017

Jabones inolvidables







En la vida hay jabones que nunca pueden olvidarse, como el Nácar que emana recuerdos de intonxicación y si hablas del Escabicín pa sarna la ladilla es ahora; ese trauma del año '90, que me destrozó. me bañaba con agua caliente y con manzanilla, fui a parar al Calixto García, lleno de dolor, me quemé con el agua hierviendo y estuve internado, en la sala e terapia intensiva hasta quecuró,. La quemada sanó y cogí allí una virosis, me enviaron pal Cira garcía y alguien me esttudió.; de allí un día escapé y me fui en la lancha e Regla, con tal suerte que la secuestraron y este no volvió.
Aquí ahora el jabón no me falta mi baño Nivea, puede con el Dove el Lux o el Rexona sin limitación, todo aquello que pasé yo un día quedó en la memoria, que inolvidablemente vivirá en mí

El pedido






A mí nada me sorprende, ya he pasado tanta cosa, que el perro viene y me muerde y del dolor saco rosas.
Siempre al final se arrepiente el que en la vida me acosa, le deseo mucha suerte, porque en mi cara no goza. 
Será mi karma tenerte, y amarte mientras destrozas, el arcoiris que inerte te adorno con mariposas.
Sabe Dios si es el destino o si fue "la Milagrosa" cuando le pedí encendido: que vuelva a avivar mis hojas.
El árbol que había sido, testigo mudo, hoy evoca, el rumor de húmedos labios, de aquella pasión frondosa.

martes, 7 de marzo de 2017

Oreja nunca fue oído






La pobreza es de la mente, el dinero no es motivo. si no hay taza, coge un jarro; si no hay helao; duro-frío. Al hueco que lo remienden, pal hoyo no van los vivos, el pollo que te lo pasen y después hazle un sofrito, que el ebbo es para los males y el hambre es un mal antiguo. No te sorprenda comadre, pero ayer vi a tu mario, allá en la Fraternidade, pasándose por pepillo, con una jabá de ojos verdes, decotada hasta el ombligo, él estaba muy animado; cuando me vio, ya te digo, el negro se puso blanco, me miró y sacó el colmillo, yo sonreí y dije: arete, oreja nunca fue oído, en eso vino la 13 y la jabá cogió camino, creo que es enfermera de un hospital de Los Pinos; elemento chichipó, de aquellas que ni te digo. Te lo cuento porque ese también fue un día mi marido, te lo cedí pero a vece se me retuerce el ombligo, porque el sillón no se mece si el comején lo ha comío, luego miro para Oreste y digo tengo marío, sigo mirando "el paquete", que eso es ahora lo mío. Que buena está la novela, la mala eres tú conmigo, al final se queda sola, le pega un tarro el marío y se hace la sufrida, cuando ella hizo lo mismo.

La luz-brillante y las medias



Las penas que a mí me matan son las que me dan estos niños cuando los llevo a una visita y se me quitan los zapatos, primero las medias remendás y luego que solo tienen un par de zapatos, para todo y son niños pero ese pie les huele que si las almas se hablaran en su conversación se diría fó. Es el mismo olor del abuelo cuando se sienta a ver la pelota, que hay que salir de la sala pa la calzá de Jesus del Monte porque te ahogas como los vegueros, que allí mismo los ahorcaron a todos. Mira que ya se los he dicho, que no se quiten mas los zapatos delante de la gente, pero ellos como el de Lima y como son jimagua, uno imita al otro. Eso lo da el parir vieja una, me cogieron cansá, pero ya están ahí y son de oro, si no fuera por la peste en esos piés... ya vendrán tiempos mejores. Voy pa la casa que hice una cola ahora pa la luz brillante y se acabó cuando me tocaba. Tú no tendrá un poco pa encender esa pique?. Ay que dolor en estos pies. bajo el sol los dedos se me han puesto como el carné de la ctc. plasticados. Gracias mi amiga.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Leyendo: Emile J Paidar


EMILE J PAIDAR
Increíblemente, fue ese nombre, la primera frase que aprendí a leer.  No olvido a la maestra Vivina de Primer grado, enseñándome a deletrear.   Como era muy chiquito, pues me entraron antes en el colegio; algo lamentable, pues además de truncarme parte de la infancia libre, también me hicieron ser el menor de la clase.  No olvido el llanto diario al dejarme en el colegio.  Eso no se le hace a un niño de cuatro añitos.  Por otra parte no hubiera conocido a mis grandes amigas y amigos del período colegial, a los que mantengo como el primer día con nombres y apellidos y hasta fechas de nacimiento.
Mi madre Santa me pelaba todas las semanas a la “malanguita”, que era el corte de  usanza de la época;  en la misma barbería y con el mismo barbero. A pesar de ser rápido para él, a mí se me demoraba una eternidad y en lo que esperaba, me sentaba en algún sillón de barbería vacío y me ponía a dar vueltas, hasta que me regañaban y me quedaba quieto; era entonces cuando me detenía a ver los “arabescos” que tenían los sillones en el descanso del pie. Arabescos que un día al cumplir cinco años de edad, se me convirtieron en letras y luego en palabras y más tarde en un nombre, que en mi imaginario no dejaba ni dejó de ser árabe.  EMILE J PAIDAR.  




Para mí era un hombre de mediana edad con bigotes y espejuelos, con una imagen de principios de Siglo XX. Aún así lo imagino, pues no encontré retrato ni foto suya.

 Pasó el tiempo y pasó y continuaba repitiendo la frase-nombre, como algo grabado y que utilizaba de válvula de escape de mi pensamiento, una especie de muletilla, que me atraía momentos de antaño, pero de una frescura e inocencia sin igual.
Fue en mi tercer viaje a Cuba que entonces pasé por la barbería que aún conserva su local y sus sillones, ya “El Cabo” y Pantaleón, que eran los barberos pilotos no están pero no pude detenerme a la tentación de sentarme a pelarme y por supuesto hacerme una foto en mi sillón de siempre y al sillón en sí.  



Viniendo a mi mente aquel niño retozón que aún llevo en mí.







Ref. Google. A finales de los años 50, la industria americana de las sillas de barbero vendían 10.000 sillas al año para las más de 100.000 barberías que habían en EEUU. Con sede en Chicago, "Emil J.Paidar company" era el fabricante lider  de sillas de barbero a finales de los 50 con una versión similar a los sillones Koken.



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Bemba colorá

A quién se le habrá ocurrido eso de: "Pa mi tú no eres ná, tú tienes la bemba colorá"
Qué tendrá que ver el color de una bemba para ser algo?
He visto cada boca pálida, que no inspiran "ná". Al contrario cada bemba "colorá" que dicen más de cuatro cosas, al menos te invitan a mirarla y en su más alta expresión a besarla. Experiencias he tenido bastas y realmente, puedo decir -sin que me quede nada por dentro-, que ese esplendor labial es único en su conexión con el mundo interior humano. No hay que estudiar, anatomía fisiología e higiene para constatarlo.

No sé si será "fetichismo frutal", por llamarlo de algún modo, haciendo alusión a la delicia del mamey, aquella fruta que exacerba los sentidos del gusto y te lleva más allá del, del pensamiento, te saca de dónde estés, para depararte ante una batidora, llena de hielo, leche condensada y la preciosa pulpa que culmina en el tan ansiado y bienvenido "batido de mamey", que está en el imaginario de todo cubano que se respete; porque a qué cubano no le gusta la plenitud de esa fruta. Un lujo al paladar.
Entonces amigos, cuál es el problema de tener la bemba colorá?
pensándolo bien el estribillo debiera cambiar y decir:
Pa mí tú no eres ná, tú no tienes la bemba colorá.

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martes, 28 de febrero de 2017

La salida.





Aquella casa alegre se había convertido en un umbral de tristeza, ella y sus dos hijos pequeños, se volvieron asustadizos y taciturnos; no se oía ni el zumbido de una mosca en la casa, sólo a veces un timbre largo y unos pasos que silenciaban junto al timbre.
Se decía que él había caído nuevamente preso, por la misma razón; nadie se atrevía a preguntarle a Diva por su marido, su rostro, todo lo decía, era la estampa de la soledad y el desasosiego.   Aquella alegría y jovialidad de su sonrisa unido al tintineo de su voz, la que nunca más entonó una canción de amor, de aquellas que se escuchaban otrora y daban una armonía celestial a esa casa, que un día había sido de sus bisabuelos, pasando a sus abuelos y luego a sus padres.
Sus padres Nereida y Evelio que sucumbieron a la retirada de sus bienes, a los que tanto habían anhelado y a los que se habían dedicado toda su vida, como homenaje a sus predecesores.
Una casa triste, llena de recuerdos de una infancia feliz, un piano que ya no tocaba , cubierto por un polvoriento mantón de Manila y una de colección de marcos con retratos y fotos de momentos gloriosos , presidido por el del casamiento de de sus padres y el de la novia de blanco que un día fue, ante el altar de la Iglesia del Carmen y de la Virgen del Carmelo, que desafiando a todas las leyes, celebraron un día de Mayo de 1970, costándole el puesto de trabajo a su esposo y padre de sus hijos, obligándolo a tomar una actitud para sobrevivir, trató de fugarse, pero no lo consiguió.  La marea estaba alta y el viento en contra, lo que los llevó a una isla que era militarmente comandada y de ahí a la celda, de la cual salió 10 años después, un 31 de diciembre.  Esperó el año en silencio con sus más allegados y luego el silencio, quedó continuo.
Dos días solamente permaneció en su casa y despareció, nunca más se supo de él. Luisrael se había marchado para siempre, solo Diva sabía de su plan.
Por eso continuó su vida con cautela, cuidó a sus hijos, hasta esa mañana de 1° de mayo del ’80, en que el medio del jolgorio y algarabía de los que habían llegado ya de la Plaza, del acostumbrado desfile, entre banderitas cubanas y sombreros de yarey, una moto del estado vino a buscarla, para llevarla junto a su amado y padre de sus hijos.  Luisrael la esperaba en una lancha, alquilada por sus familiares.   Salieron los tres juntos al encuentro de la alegría, de la felicidad que Dios promete a sus elegidos, hacia el puerto del Mariel, siguiendo la ruta hacia el Norte. 

Desvendábase entonces el misterio de la desaparición y de la agonía de Diva y Luisrael.

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lunes, 27 de febrero de 2017

Pasión y perjuicio




Ayer me encontré con Clara, acabada y con  arrugas,
El marido la dejó, por un chofer de Madruga
Y aquí se quedó la Clara, el tipo está pa Madruga
Ella quiso suicidarse, ante el carro e la basura, 

La recogió un basurero, la tiene como una oruga,
En su cápsula siniestra, simulando que la ayuda
Ya tiene refrigidaire, lavadora y unas tundas,
porque el marido la suena, luego la baña y la arrulla

Clara está que almuerza y come de todas las paladares,
Ha cogido sus libritas, de allí las sobras sí valen
Eso sí que es tener suerte, no hay nombre para sus males,
Mejor me quedo yo sola, que está muy mala la calle

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sábado, 25 de febrero de 2017

Vocación y numerología.




El sueño


 Tenía sólo 10 años cuando mi cuerpo comenzó a llenarse ronchas, las manos se me hinchaban y más que picarme, me dolían.  Mis padres super- preocupados, como siempre fueron y han sido conmigo, rápidamente me llevaron al médico.  Luego de intensas visitas al Hospital Infantil del Vedado, adonde me llevaba mi mamá para ver qué me provocaba aquel estado, el dictamen arrojó que era alérgico al polvo y a la humedad, algo difícil de evitar en nuestro clima, por lo que me indicaron una serie de vacunación contra el mal que me afectaba.
Cada 15 días, los miércoles iba al policlínico de la Calzada de Luyanó a vacunarme e iba para el colegio.  Llegó septiembre y con él, el nuevo curso escolar, ya estaba en Sexto grado, pero continuaba con mis vacunas. Siempre fui fascinado por mis maestras, ella nunca supieron de mi adoración por ellas, por lo que hacían y como lo hacían, lo que despertó en mí un fuerte deseo de hacerlo yo también; quería enseñar, que aprendieran conmigo; quería aprender y que los demás supieran lo mismo que yo.  Ese sentimiento llamado vocación y que pocos descubren a edad tan temprana.

En mi ADN está el maestro que fue mi padre, que estudió en la Escuela Normal de la Habana, aunque desde que tuve uso de razón él ya era funcionario del Ministerio de Educación y nunca pude verlo ejercer su profesión, sé e intuyo que sería el mejor de todos.

Un buen día dieron la noticia de la inauguración de una escuela para maestros que llevaría el nombre del ex-presidente de Chile. Escuela de Formación Para Maestros “Salvador Allende”.  El alma se me iluminó y me dije: a esa voy yo.
Guardé mi secreto a “4 llaves”, nadie podría saberlo.  Sería mi sorpresa.  Supe que ya estaban pasando por las escuelas inspecciones con las planillas para inscribirse y esperé con ansias la visita.

Ese miércoles, como los demás, cada 15 días había ido vacunarme. Llegué después del receso  e inocentemente miré los rostros encendidos de algunos niños; qué habría pasado en mi ausencia –me pregunté-; al final tuve la triste noticia; la maestra Ana Josefa, me lo dijo y no pude contener el llanto; ella asombrada me miró, contemplando consternada la tristeza de un niño que quería seguir su profesión; un sueño truncado a tan corta edad.  Llegue a casa sumido en la tristeza y al indagarme, nadie se preocupó por ello, lo tomaron como un capricho de infancia.


Así terminé mi enseñanza primaria  en 1976, pero el deseo ya estaba lanzado al universo y ese nunca me ha traicionado, la espiral vendría hacia mí, de otro modo, pero me llegaría. Tuvieron que pasar ocho años, para que comenzara a trabajar en el museo.  El año 1984 se me abrió y me dijo aquí tienes, serás Guía “C” de museo y así llegué hasta la “A”, al unísono estudiaba en la Universidad e iba haciendo carrera. Un día al terminar una visita vi a Papá contemplándome al fondo del grupo y al terminar me dijo: Albertico ya ves, ya eres maestro.  Mirándolo asentí con el rostro, pero yo quería más, quería el aula, quería los alumnos, no visitantes aleatorios y o furtivos, tenía que lograrlo.



Con mi padre.  Mi mayor maestro.

Así pasaron 16 años y salí de Cuba con dolor de mi alma y sin saber lo que me deparaba el destino.  Sólo lo supe cuando de vez me vi en un aula, dando clases, como profesor de idioma español y con un continente de aprendizaje extenso  que me ha hecho mantenerme fuera de mi país estos largos 16 años en que me he superado, estudiando en el Curso para profesores del Isntituto Cervantae de Río de haneiro y he entrado en el mundo de la  Numerología, su conocimiento me ha llevado a saber que el universo nos marca al nacer, así como marcó a mi padre con el número “11”,  el 14 de septiembre de 1941, me marcó a mí también,  el 7 de enero de 1965. Si sumamos ambas fechas veremos que da “11” total.  Número, maestro y de las personas que vienen al mundo a enseñar, a mostrar algo.


Mis alumnos de siempre.



Día del Profesor

En el aula.

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jueves, 23 de febrero de 2017

Mamitis aguda.





Bueno, si hay algún médico en la sala; y digo la sala, porque es como me siento cuando me siento –valga la redundancia- ante el monitor y comienzo a teclear, como si estuviera hablando con algún viejo amigo,  en una de las visitas que antes solía hacerles. Sí a aquellos a los que no había que llamar para aparecer y no porque no hubiera teléfono, porque sí había y también había algo que no puede faltar en una amistad que es la confianza, tampoco es que yo sea muy confianzudo; ahora reconozco que a veces me excedía, pero es que me recibían tan bien que era imposible dudar de aquella buena voluntad.
Como les iba diciendo, si hay algún médico en la sala, pensará que hablo de alguna enfermedad y tendrán razón, solo que esta es una dolencia con síntomas del alma y se puede manifestar de múltiples formas, una de ellas es la que estoy sintiendo hoy. Es la segunda vez que tengo una crisis de este tipo, los síntomas son varios pero el que más afecta es el de la temperatura corporal. Comienza con un desánimo total y de momento estás con fiebre.
Hacían ya dos años que había llegado a Río, cuando la sentí por primera vez.  Dos años sin ver a mi madre Santa, que ni siquiera pudo ir a despedirme al aeropuerto, pues para irme tranquilo y dejarla protegida a su vez, dos días antes de salir de Cuba, la coroné y así sin siquiera decirme adiós, la imagen que de ella me llevaba era toda de blanco en su trono yoruba. Eso justificó el poco equipaje con el que salí de la isla, pues para ello vendí todas mis pertenencias y pienso que también justifica la cantidad de cosas que tengo ahora.
Mi amiga Aracelys cuando me fui a despedir de ella se asombró mucho y me dijo: cómo tú te vas a ir, si padeces de “Mamitis aguda”, y sonriendo sin pensar muhco en lo que me acababa de decir, me despedí y me fui.
Los primeros 11 meses fueron buenos pues la fecha no estaba vencida, pero al cumplírseme el tiempo legal, comencé a flaquear; sabía a lo que me estaba exponiendo, pero seguí adelante; estaba dicho y escrito: Aquí no te puedes quedar habían dicho las cartas, los caracoles, los chamelongos y cuanto medio de adivinación consulté y así lo hice. Me quedé.
El primer alivio lo encontré en la telefonía que “me comió como a Nicolás por un pie” y el segundo era poder mandarle todo lo que pudiera, con los que fueran. Así mi salario que en sus inicios era ínfimo se resumía en comunicación y regalos para Cuba, pero eso un día falló, al quedarme sin trabajo y con deudas que solo aumentaban cada mes por el no pago del servicio telefónico. 
Dejé de escuchar la voz de mi madre y no podía mandarle nada de regalo como solía hacer. Comencé a agonizar por las esquinas y tiendas; si entraba en una librería, no podía siquiera leer postales dedicadas a las madres.
Así pasaron semanas y meses, cuando un buen día,  me vi solo en esta casa, postrado en la cama con una fiebre altísima, que me llevó al delirio.  Lo que experimenté en aquel momento no sé si fue, delirio, visión, espejismo o un fenómeno sobrenatural, sólo sé que primero,  sentí  una presencia en el cuarto, la cama se hundió a mi lado y una mano se posó en mi pecho, sentí su olor y escuché su voz que como un canto, una nana conocida, que me arrullaba al oído diciéndome:   “…en el bosque de la China un chinito se perdió y como yo era un perdido, nos encontramos los dos…” . se calló y me dijo en un susurro:   Tico, ya está todo bien, aquí está tu madre. Al unísono, me dormí hasta el día siguiente.
Desperté y aún sentía su presencia, mi temperatura se había estabilizado y el júbilo de pronto volvió.  En la tarde, una llamada telefónica me asaltó, era un amigo contratándome para un trabajo de traducción simultánea, con la que pagué mi deuda de teléfono y estabilicé mis cuentas.   Pude llamar nuevamente a Cuba y lo mejor; constatar que sí, había sido ella, pues al indagarle había soñado lo mismo.
Hoy en la mañana, amanecí con fiebre, sin motivo aparente y recordé de nuevo este episodio de Mamitis aguda, pero esta vez soy yo quien cogerá un pasaje y aparecerá en La Habana.

Dedicado a todos los que por una razón u otra, -como yo- hemos tenido que dejar a nuestras madres en Cuba.




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sábado, 4 de febrero de 2017

Zapatos azules


Tengo fetiche de zapatos náuticos azules;  desde que los vi en una revista antigua, me dije: estos son y serán siempre mis zapatos; un pensamiento utópico para la Cuba de los ‘80,  a sabiendas de que no tenía a nadie que me los comprara ni me los trajera, pero surgieron en La Habana las “tiendas de decomiso” y con ellas mi única oportunidad de tenerlos. 




Para ellas iba toda la ropa que llegaba al aeropuerto y se tenía como sobrepeso, practica horrible, pero al menos era una salida al cupón que nos obligaba a vestir a todos igual, por medio de aquella libreta que fue bautizada por el pueblo como “María la O”, o compras camisa o compras pantalón.




Pasaba por la calle Neptuno y de pronto choco con una de estas tiendas; miro por el cristal y qué veo; fue como un espejismo, estaban ahí, eran ellos, los primeros que veía ante mí y me propuse que serían míos, no eran de cordones , como los de la revista, tenían una pieza que se pegaba al lado, pero era la idea.
 La tienda no había sido inaugurada o abierta al público, por lo que al salir del trabajo a las 5:00 para allá fui.  Cuando llegué ya había una lista que sería cantada al día siguiente a las 10:00 am y pm; me anoté, fui el 12.  Sabía a lo que me sometía, dos veces durante tres días debía ir para no perder el turno y así lo hice.
Ese miércoles me levanté bien temprano, llegué el primero al museo, firmé y a las 9:30, salí corriendo para Neptuno, así lo hice en la noche pero saliendo de casa, hasta el viernes.  El gran día que sería el sábado.
 Llegó el  día y ahí estaban ellos flamantes, mi sueño de consumo, combinaban con todo lo poco que tenía –si lo comparo con  lo que tengo ahora-  Recuerdo que le pedí el dinero prestado a mi abuelo Alberto; eran 30 pesos, una fortuna para mis 148,00 mensuales.
Recé hasta la hora de entrar, para que nadie los comprara, era solo un par. Cuando me tocó mi turno, llegué al mostrador, los señalé y ni la dependienta los había visto.  Me los trajo y los pude tocar, eran como un guante, me senté encima de un cajón, ya que la tienda era improvisada, lo primero que me sorprendió leer dentro de dicho zapato, algo como un epitafio, que decía así: "lo que me pediste Albertico, tu Tía Ana."
Era demasiado habían sido enviados por una tía Ana a un tocayo mío. Al leerlo, lo lamenté porque mis tías son Eva y Dulce, no tengo ninguna tía Ana, al menos para contentarme.
Con pena ajena proseguí a probármelos, sentado como estaba, eran míos, pero cuando me paré...Mamá las lágrimas se me salen…por Dios!  Qué dolor,  hubiera dado todo porque mi tocayo  apareciera, pero nada, ya era mucho pedir.
 Los pagué y salí con ellos puestos de la tienda. Los tuve todo el día puestos,  para ancharlos y no lo logré. Al día siguiente sentado en la cama me los coloqué y salí, el dolor sólo se me aliviaba al mirármelos en los pies y caminaba feliz la Habana Vieja. Todos me los miraban y admiraban, el sufrimiento era exclusivamente mío, así como la satisfacción.
Ellos eran únicos y único mi dolor.  A los seis meses tuve que ir para el ortopédico, los pies estaban deformándoseme. Que madrugadas pasé, pero yo con mis zapatos azules, hasta que un día ya pasado un tiempo, conseguí otros ya de mi talla.

Me recordé de esto porque miré a la zapatera y conté cuatro pares de zapatos azules todos del mismo modelo, gastados cronológicamente pero igualmente deseados y amados.


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24/08/15.


miércoles, 1 de febrero de 2017

La abandoná






Mañana me levanto temprano que tengo que ir al Enmiu, a la conaca y a la oficoda después que coja los mandao pa darle de baja a tio Aurelio que murió hace un año y se le venció la dieta, no hay a quien sacarle sangre, el pobre resolvió bastante, hasta después de muerto con su diabetes, por lo menos teníamos leche y otro poco que pugilateaba Panchito, ahora ni tío ni Panchito. Panchito se fue con la del 12 y dice que está de lo más bien que hasta los dientes se puso, después que se los tumbé con el mortero. Mira tú va a venir a morderme, que se muerda el...  déjame callarme y irme pa la cama que ya me está haciendo efecto la Trifluorperacina, no vaya a ser que me caiga y aparezca como la Nela del Rosario, aquel sábado, después de la película. la pobre toda revolcada arriba del libreto, no sé porqué no la avisaron, rápido se incorporó con su eterna sonrisa, y ahí habrá amanecido el domingo; pero con todo y eso yo sí no tengo quien me recoja;  total, pa la leche que daba la vaca, o el toro, si lo que tenía era más gases que una ponchera, por eso le puse el fósforo y le cogió candela el calzoncillo e trapo aquel que le hacía la madre con funda vieja. Pallá con su miseria, esa mujer lo que estaba muy carente. Tan desvergonzada con el escándalo que le dio la esposa del querío que tenía. Qué pena se llenó la calle, que parecía que había llegado el carrito del helado, pero la música era, los botellazos de salfumán,  contra aquella puerta , tan linda barnizada, el piso que era rojo se puso blanco. Después salió como si nada y se sentó en el portal a oír Nocturno. Cada cual con lo suyo ese arrastre es de ellos. A mí déjenme aquí con el paquete, que estoy entretenida y no tengo que darle cuentas a nadie.---------------- Ay! me dormí, bueno hasta mañana y gracias Dios mío por el día de hoy.



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domingo, 29 de enero de 2017

Martí en mí

Martí en mi vida. 1

 De la beca saque varias experiencias y por supuesto grandes amigos, fue por eso que en el año ’89, estando en 4° Año de la carrera, hube de retomar el camino hacia el campo y encaminarme una vez más hacia Güira de Melena, esta vez no para estudiar si no para aprobar un examen.
Ate Cuba Revolución era una asignatura que se imponía en la carrera y que había que sacar como todas las demás, sólo que llegábamos a ella después de pasar por todos los estilos históricos que iban dejando una secuela y un legado de belleza inolvidable y ahora debíamos enfrentarnos al arte  “Pop” en la Revolución y decir que era lindo, a mí particularmente no me gusta nada, se le acepta a Andy Wharol , por ser de los iniciadores y no es lo mismo el rostro de Marilyn Monroe, en una serie repetida que va mudando la gama de colores al rostro del argentino que participó del proceso revolucionario, que dicho sea de paso, ambos rostros se convirtieron en ícono universal, el de ella por su carismática y sensual belleza que la hacía aparecer bien en las innumerables fotos que le hicieron a lo largo de su corta vida y el de él por una sola foto que le hiciera que le hiciera Korda, donde se mezcla  la belleza masculina con la potencialidad de los estados idílicos del ser humano. 



La foto es un espectáculo hasta hoy, pero no me sensibilizaba verla en esos tonos, como tampoco quería ver a otros líderes –como a nuestro apóstol- ni actos de aquel momento, como si fueran “comics”, a los que tampoco soy muy dado. Me gustan las cosas de verdad. Por tanto la profesora M.P. de esta asignatura me suspendió dos veces llevándome a Mundial.



Se acercaba la fecha del Mundial y recordé que mi amigo de adolescencia Michel Velarde tenía una cartomántica y espiritista tremenda, que lo sacaba siempre de las “peores” situaciones, por lo que ese fin de semana, fui al Parque Manila y allí cogí la ruta 185 que me devolvería a mi pasado reciente. 


Llegué a Güira a eso de mediodía;  para mi suerte, “el Miche”ahí estaba, pues podía haberse ido como solíamos hacer en tiempos antaños, para la playa El Cajío, que está en esa parte del sur de La Habana. 

Playa El cajío de G6uira de Melena.
Luego de explicarle el caso y de salir a saludar a otros amiguitos que por allí vivían, mi querida Olguita Torres, Anita “la gata”, entre otros, nos dispusimos al encuentro de Irma la cartomántica.  Fuimos caminando, a pesar de no ser muy cerca. Vivía Irma en el entronque de Tamaulipas en una casita humilde, casi un bohío, rodeada de animales de corral y de estimación.
Llegamos  y la puerta estaba abierta y Miche se quedó atrás. Di entonces de cara con dos  fotos-carnet ampliadas de dos mujeres, que eran la misma persona, pero en diferentes épocas; peinadas igual; una raya al medio y dos trenzas cruzadas por encima de la cabeza.  La primera en tono sepia por el paso del tiempo y la segunda mejor conservada.  Ambas estaban en un mismo marco de moldura blanca tallada y para cada una había un vaso de compota rusa,  lleno de agua y al centro otro de Marpacíficos moñudos.
De pronto apareció la imagen de la mujer del cuadro y yo palidecí, Miche viró la cara aguantando la risa, pues ya sabía cuál sería mi reacción, conociéndome bien, después de haber convivido conmigo en el mismo alberge por tres años y haber pasado las mismas vicisitudes los dos*.
Nos recibió, como si nos estuviera esperando, colando café y con una hilera de tazas hechas de laticas de compota NENÈ.  Me miró bien percibiendo mi palidez; volteó el rostro hacia las fotos y me dijo feliz; Tata, mi abuela y Tía Tata, que me crió como si fuera mi madre, que murió, al poco tiempo de nacer yo, como eran gemelas idénticas, pongo la foto de una sola, si no parecería una galería de arte; -remitiendo mi pensamiento a Andy Warol y su serie de retratos poli cromáticos-.  Sin saberlo aun, estaba tocando en la yaga.  Pero yo soy como la misma persona y conmigo se rompió el molde, porque no parí.
Tomamos el café en  lo que Miche me presentaba y yo le explicaba -por arribita- a lo que iba.  Se levantó y de otro ambiente que sería el comedor me llamó, ya con las cartas en la manga y digo “la manga”, porque las guardaba en la manga de una blusa de su abuela.  Un tejido que debió ser algodón blanco y ahora –en aquel momento- estaba casi marrón.  Barajeó y me dijo: parte en cuatro partes. 




Viró el monto del centro superior y mirándome, frunció el ceño, como queriendo reconocer en mí a otra persona y solo atinó a decir: 
-         El maestro, a ti te acompaña el maestro.
-         Qué maestro Irma?
-         El único maestro, Martí. Has venido aquí porque él quiso que yo te dijera esto, él quiso que tú supieras que él te acompaña. Tú no eres maestro.
-         No, pero siempre quise. Yo enseño pero en un museo. Soy museólogo y guía de museo.
-         Pero tú no terminas ahí. Tú serás maestro.
Cerrando las cartas, me dio una obra para ponerle al espíritu de José Martí y sonriente me dijo: No estudies, que ya estás aprobado.

Salí de Güira, agradecido y lleno de esperanzas, como si ya hubiera hecho el examen. 
Llegó el mes de agosto y con él, el marcado y esperado día.  Entré al aula,  me senté, en mi pupitre, invoqué a Martí y el lápiz corrió solo por la hoja.
En septiembre estaba ya en 5to. Año de mi carrera de Historia del Arte.
Es por eso que cada año cuando llegan las fechas de su ciclo vital, lo celebro y venero como a un santo y ostento en la sala de mi casa, un pequeño y adorado busto suyo que me trajera  de regalo, de Cuba, una gran amiga, al que lo escoltan una imagen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba. y otra de una sevillana, en honor a la gitana de la cartomántica, que me anunciara, su presencia en mi vida.






Ref. Ver: “Adiós Toqui, adiós Violeta”; “Albergue tres de pie”; “A una,otra”.




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