miércoles, 8 de marzo de 2017

Jabones inolvidables







En la vida hay jabones que nunca pueden olvidarse, como el Nácar que emana recuerdos de intonxicación y si hablas del Escabicín pa sarna la ladilla es ahora; ese trauma del año '90, que me destrozó. me bañaba con agua caliente y con manzanilla, fui a parar al Calixto García, lleno de dolor, me quemé con el agua hierviendo y estuve internado, en la sala e terapia intensiva hasta quecuró,. La quemada sanó y cogí allí una virosis, me enviaron pal Cira garcía y alguien me esttudió.; de allí un día escapé y me fui en la lancha e Regla, con tal suerte que la secuestraron y este no volvió.
Aquí ahora el jabón no me falta mi baño Nivea, puede con el Dove el Lux o el Rexona sin limitación, todo aquello que pasé yo un día quedó en la memoria, que inolvidablemente vivirá en mí

El pedido






A mí nada me sorprende, ya he pasado tanta cosa, que el perro viene y me muerde y del dolor saco rosas.
Siempre al final se arrepiente el que en la vida me acosa, le deseo mucha suerte, porque en mi cara no goza. 
Será mi karma tenerte, y amarte mientras destrozas, el arcoiris que inerte te adorno con mariposas.
Sabe Dios si es el destino o si fue "la Milagrosa" cuando le pedí encendido: que vuelva a avivar mis hojas.
El árbol que había sido, testigo mudo, hoy evoca, el rumor de húmedos labios, de aquella pasión frondosa.

martes, 7 de marzo de 2017

Oreja nunca fue oído






La pobreza es de la mente, el dinero no es motivo. si no hay taza, coge un jarro; si no hay helao; duro-frío. Al hueco que lo remienden, pal hoyo no van los vivos, el pollo que te lo pasen y después hazle un sofrito, que el ebbo es para los males y el hambre es un mal antiguo. No te sorprenda comadre, pero ayer vi a tu mario, allá en la Fraternidade, pasándose por pepillo, con una jabá de ojos verdes, decotada hasta el ombligo, él estaba muy animado; cuando me vio, ya te digo, el negro se puso blanco, me miró y sacó el colmillo, yo sonreí y dije: arete, oreja nunca fue oído, en eso vino la 13 y la jabá cogió camino, creo que es enfermera de un hospital de Los Pinos; elemento chichipó, de aquellas que ni te digo. Te lo cuento porque ese también fue un día mi marido, te lo cedí pero a vece se me retuerce el ombligo, porque el sillón no se mece si el comején lo ha comío, luego miro para Oreste y digo tengo marío, sigo mirando "el paquete", que eso es ahora lo mío. Que buena está la novela, la mala eres tú conmigo, al final se queda sola, le pega un tarro el marío y se hace la sufrida, cuando ella hizo lo mismo.

La luz-brillante y las medias



Las penas que a mí me matan son las que me dan estos niños cuando los llevo a una visita y se me quitan los zapatos, primero las medias remendás y luego que solo tienen un par de zapatos, para todo y son niños pero ese pie les huele que si las almas se hablaran en su conversación se diría fó. Es el mismo olor del abuelo cuando se sienta a ver la pelota, que hay que salir de la sala pa la calzá de Jesus del Monte porque te ahogas como los vegueros, que allí mismo los ahorcaron a todos. Mira que ya se los he dicho, que no se quiten mas los zapatos delante de la gente, pero ellos como el de Lima y como son jimagua, uno imita al otro. Eso lo da el parir vieja una, me cogieron cansá, pero ya están ahí y son de oro, si no fuera por la peste en esos piés... ya vendrán tiempos mejores. Voy pa la casa que hice una cola ahora pa la luz brillante y se acabó cuando me tocaba. Tú no tendrá un poco pa encender esa pique?. Ay que dolor en estos pies. bajo el sol los dedos se me han puesto como el carné de la ctc. plasticados. Gracias mi amiga.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Leyendo: Emile J Paidar


EMILE J PAIDAR
Increíblemente, fue ese nombre, la primera frase que aprendí a leer.  No olvido a la maestra Vivina de Primer grado, enseñándome a deletrear.   Como era muy chiquito, pues me entraron antes en el colegio; algo lamentable, pues además de truncarme parte de la infancia libre, también me hicieron ser el menor de la clase.  No olvido el llanto diario al dejarme en el colegio.  Eso no se le hace a un niño de cuatro añitos.  Por otra parte no hubiera conocido a mis grandes amigas y amigos del período colegial, a los que mantengo como el primer día con nombres y apellidos y hasta fechas de nacimiento.
Mi madre Santa me pelaba todas las semanas a la “malanguita”, que era el corte de  usanza de la época;  en la misma barbería y con el mismo barbero. A pesar de ser rápido para él, a mí se me demoraba una eternidad y en lo que esperaba, me sentaba en algún sillón de barbería vacío y me ponía a dar vueltas, hasta que me regañaban y me quedaba quieto; era entonces cuando me detenía a ver los “arabescos” que tenían los sillones en el descanso del pie. Arabescos que un día al cumplir cinco años de edad, se me convirtieron en letras y luego en palabras y más tarde en un nombre, que en mi imaginario no dejaba ni dejó de ser árabe.  EMILE J PAIDAR.  




Para mí era un hombre de mediana edad con bigotes y espejuelos, con una imagen de principios de Siglo XX. Aún así lo imagino, pues no encontré retrato ni foto suya.

 Pasó el tiempo y pasó y continuaba repitiendo la frase-nombre, como algo grabado y que utilizaba de válvula de escape de mi pensamiento, una especie de muletilla, que me atraía momentos de antaño, pero de una frescura e inocencia sin igual.
Fue en mi tercer viaje a Cuba que entonces pasé por la barbería que aún conserva su local y sus sillones, ya “El Cabo” y Pantaleón, que eran los barberos pilotos no están pero no pude detenerme a la tentación de sentarme a pelarme y por supuesto hacerme una foto en mi sillón de siempre y al sillón en sí.  



Viniendo a mi mente aquel niño retozón que aún llevo en mí.







Ref. Google. A finales de los años 50, la industria americana de las sillas de barbero vendían 10.000 sillas al año para las más de 100.000 barberías que habían en EEUU. Con sede en Chicago, "Emil J.Paidar company" era el fabricante lider  de sillas de barbero a finales de los 50 con una versión similar a los sillones Koken.



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Bemba colorá

A quién se le habrá ocurrido eso de: "Pa mi tú no eres ná, tú tienes la bemba colorá"
Qué tendrá que ver el color de una bemba para ser algo?
He visto cada boca pálida, que no inspiran "ná". Al contrario cada bemba "colorá" que dicen más de cuatro cosas, al menos te invitan a mirarla y en su más alta expresión a besarla. Experiencias he tenido bastas y realmente, puedo decir -sin que me quede nada por dentro-, que ese esplendor labial es único en su conexión con el mundo interior humano. No hay que estudiar, anatomía fisiología e higiene para constatarlo.

No sé si será "fetichismo frutal", por llamarlo de algún modo, haciendo alusión a la delicia del mamey, aquella fruta que exacerba los sentidos del gusto y te lleva más allá del, del pensamiento, te saca de dónde estés, para depararte ante una batidora, llena de hielo, leche condensada y la preciosa pulpa que culmina en el tan ansiado y bienvenido "batido de mamey", que está en el imaginario de todo cubano que se respete; porque a qué cubano no le gusta la plenitud de esa fruta. Un lujo al paladar.
Entonces amigos, cuál es el problema de tener la bemba colorá?
pensándolo bien el estribillo debiera cambiar y decir:
Pa mí tú no eres ná, tú no tienes la bemba colorá.

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