El cansancio no me dejaba sostenerme ya, mis acompañantes habian claudicado ante la idea de continuar; hacia tres meses que las madrugadas eran como dias soleados; las luces de la terminal de trenes servian para ello. Tres meses sin descanso, de caminatas; Marino era el nombre del contacto, con quien habiamos entablado una leve pero sincera amistad; nunca nos regalo nada, ni nos defraudo en el arte de resolvernos los problemas. Fuimos por una cosa y regresabamos por otra.
La hermana mayor siempre estaba montada con el espiritu de su bisabuela, que habia sido esclava y luego cimarrona. era una entidad que cuando animaba carne andaba sin zapatos, de blanco y con un cinta roja en la cabeza blanca de muy poco pelo nos habia vaticinado el futuro a los tres desde la primera visita. (continuará)