sábado, 28 de enero de 2017

Volver a los dieciocho


"Volver a los dieciocho, sin nada en el Frigidaire, 
con veinte kilos de menos y una camisa de láster.
La escuela al campo, la lata e leche, la pasta Perla,
el cepillo e diente. Esperando hasta el domingo, sí, sí, sí.





Juventud, divino tesoro.  A veces me paro a pensar, cómo era que podíamos subsistir, con tan poco? Será que  lo que ahora tenemos no es necesario, y que las carencias eran subsanadas, por el afecto familiar,de nuestros padres y amigos. Porque , como te digo una cosa, te digo la otra: Que de cosas tengo. Aquel escaparate no da para más. Un amigo cubano que vive en España y vino de visita me dijo sorprendido: Pero joder, tío, esto parece una tienda por departamento, hay ropa y zapatos por todos lados. Otros de aquí me lo dicen igual, pero de otra forma. Me hablan del apego a las cosas materiales, y hasta apelan a lo espiritual y me conmueven, pero después digo: Noooooo!




Tengo muy presente la colección de camisas “Yumurí” y el Levis Straus que me regalaron por los 15 años. Que le costó a mi mamá 150.00 pesos y el salario mínimo era 148.00.  por eso nunca lo lavé, me lo ponía sólo los fines de semana.  Estuvo intacto hasta que se lo presté a Ramosito mi vecino y borracho se orinó en él. Me lo entregó lavado; al indagarle, tuvo que confesar. Ese día yo me había puesto su camisa Manhattan con la cara de una muchacha rubia muy linda, que luego resultó ser Olivia Newton John.




Los zapatos me los había traído mi tío Luis de Angola –que EPD-  y esos si no se los prestaba a nadie, decía que tenía hongos en los pies y como en el barrio todos sabían que de niño, había estado dos veces ingresado en "Hijas de Galicia", por eso mismo. Cuando los presté los regalé, ya tenía otros.

Era una alegría al terminar la fiesta y llegar al barrio.  La calle parecía un vestidor, todo el mundo se quitaba la ropa y se la devolvía a su dueño. Todos habíamos crecido juntos, habíamos casado mariposas, jugado al “chucho escondido”, “a la gata paría”, al piti-piteo, a los escondidos, a los cogíos, y hasta algún que otro domingo, Manolo Cazón, nos llevaba con sus hijos  a la Ciudad Deportiva a jugar pelota.




 Era una fiesta coger la 14 en la calzada de '10 de octubre"  e ir hasta allá, pero lo mejor eral el final, que terminaba en la Ward, la heladería que "competía" con Coppelia, no sé si era el mismo helado, pero me sabía diferente -y como todo helado- a gloria.




Es por eso y muchas cosas más que me cuesta tanto deshacerme de mis cosas, un verdadero sufrimiento. Esto de recordar cada detalle de cuándo la vi por primera vez, de cómo la enamoré, mirándola y mirándola, hasta que pude comprarla y estrenármela. Es como los grandes amores; -valga la redundancia porque los amores siempre son grandes. Al menos los míos, que no han sido tantos tampoco.  Bueno así los dejo porque me he puesto sentimental.  Voy a poner a Los Van Van, “como me enseñó mamá, eso y muchas cosas más…”



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