domingo, 29 de enero de 2017

Martí en mí

Martí en mi vida. 1

 De la beca saque varias experiencias y por supuesto grandes amigos, fue por eso que en el año ’89, estando en 4° Año de la carrera, hube de retomar el camino hacia el campo y encaminarme una vez más hacia Güira de Melena, esta vez no para estudiar si no para aprobar un examen.
Ate Cuba Revolución era una asignatura que se imponía en la carrera y que había que sacar como todas las demás, sólo que llegábamos a ella después de pasar por todos los estilos históricos que iban dejando una secuela y un legado de belleza inolvidable y ahora debíamos enfrentarnos al arte  “Pop” en la Revolución y decir que era lindo, a mí particularmente no me gusta nada, se le acepta a Andy Wharol , por ser de los iniciadores y no es lo mismo el rostro de Marilyn Monroe, en una serie repetida que va mudando la gama de colores al rostro del argentino que participó del proceso revolucionario, que dicho sea de paso, ambos rostros se convirtieron en ícono universal, el de ella por su carismática y sensual belleza que la hacía aparecer bien en las innumerables fotos que le hicieron a lo largo de su corta vida y el de él por una sola foto que le hiciera que le hiciera Korda, donde se mezcla  la belleza masculina con la potencialidad de los estados idílicos del ser humano. 



La foto es un espectáculo hasta hoy, pero no me sensibilizaba verla en esos tonos, como tampoco quería ver a otros líderes –como a nuestro apóstol- ni actos de aquel momento, como si fueran “comics”, a los que tampoco soy muy dado. Me gustan las cosas de verdad. Por tanto la profesora M.P. de esta asignatura me suspendió dos veces llevándome a Mundial.



Se acercaba la fecha del Mundial y recordé que mi amigo de adolescencia Michel Velarde tenía una cartomántica y espiritista tremenda, que lo sacaba siempre de las “peores” situaciones, por lo que ese fin de semana, fui al Parque Manila y allí cogí la ruta 185 que me devolvería a mi pasado reciente. 


Llegué a Güira a eso de mediodía;  para mi suerte, “el Miche”ahí estaba, pues podía haberse ido como solíamos hacer en tiempos antaños, para la playa El Cajío, que está en esa parte del sur de La Habana. 

Playa El cajío de G6uira de Melena.
Luego de explicarle el caso y de salir a saludar a otros amiguitos que por allí vivían, mi querida Olguita Torres, Anita “la gata”, entre otros, nos dispusimos al encuentro de Irma la cartomántica.  Fuimos caminando, a pesar de no ser muy cerca. Vivía Irma en el entronque de Tamaulipas en una casita humilde, casi un bohío, rodeada de animales de corral y de estimación.
Llegamos  y la puerta estaba abierta y Miche se quedó atrás. Di entonces de cara con dos  fotos-carnet ampliadas de dos mujeres, que eran la misma persona, pero en diferentes épocas; peinadas igual; una raya al medio y dos trenzas cruzadas por encima de la cabeza.  La primera en tono sepia por el paso del tiempo y la segunda mejor conservada.  Ambas estaban en un mismo marco de moldura blanca tallada y para cada una había un vaso de compota rusa,  lleno de agua y al centro otro de Marpacíficos moñudos.
De pronto apareció la imagen de la mujer del cuadro y yo palidecí, Miche viró la cara aguantando la risa, pues ya sabía cuál sería mi reacción, conociéndome bien, después de haber convivido conmigo en el mismo alberge por tres años y haber pasado las mismas vicisitudes los dos*.
Nos recibió, como si nos estuviera esperando, colando café y con una hilera de tazas hechas de laticas de compota NENÈ.  Me miró bien percibiendo mi palidez; volteó el rostro hacia las fotos y me dijo feliz; Tata, mi abuela y Tía Tata, que me crió como si fuera mi madre, que murió, al poco tiempo de nacer yo, como eran gemelas idénticas, pongo la foto de una sola, si no parecería una galería de arte; -remitiendo mi pensamiento a Andy Warol y su serie de retratos poli cromáticos-.  Sin saberlo aun, estaba tocando en la yaga.  Pero yo soy como la misma persona y conmigo se rompió el molde, porque no parí.
Tomamos el café en  lo que Miche me presentaba y yo le explicaba -por arribita- a lo que iba.  Se levantó y de otro ambiente que sería el comedor me llamó, ya con las cartas en la manga y digo “la manga”, porque las guardaba en la manga de una blusa de su abuela.  Un tejido que debió ser algodón blanco y ahora –en aquel momento- estaba casi marrón.  Barajeó y me dijo: parte en cuatro partes. 




Viró el monto del centro superior y mirándome, frunció el ceño, como queriendo reconocer en mí a otra persona y solo atinó a decir: 
-         El maestro, a ti te acompaña el maestro.
-         Qué maestro Irma?
-         El único maestro, Martí. Has venido aquí porque él quiso que yo te dijera esto, él quiso que tú supieras que él te acompaña. Tú no eres maestro.
-         No, pero siempre quise. Yo enseño pero en un museo. Soy museólogo y guía de museo.
-         Pero tú no terminas ahí. Tú serás maestro.
Cerrando las cartas, me dio una obra para ponerle al espíritu de José Martí y sonriente me dijo: No estudies, que ya estás aprobado.

Salí de Güira, agradecido y lleno de esperanzas, como si ya hubiera hecho el examen. 
Llegó el mes de agosto y con él, el marcado y esperado día.  Entré al aula,  me senté, en mi pupitre, invoqué a Martí y el lápiz corrió solo por la hoja.
En septiembre estaba ya en 5to. Año de mi carrera de Historia del Arte.
Es por eso que cada año cuando llegan las fechas de su ciclo vital, lo celebro y venero como a un santo y ostento en la sala de mi casa, un pequeño y adorado busto suyo que me trajera  de regalo, de Cuba, una gran amiga, al que lo escoltan una imagen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba. y otra de una sevillana, en honor a la gitana de la cartomántica, que me anunciara, su presencia en mi vida.






Ref. Ver: “Adiós Toqui, adiós Violeta”; “Albergue tres de pie”; “A una,otra”.




Nota: Pueden comentar o calificar, en las casillas más abajo. Gracias.




2 comentarios:

Unknown dijo...

Me gustó mucho lo de ahorrarse la foto de la hermana gemela.

Unknown dijo...

Jajaja. Eran igualitas.
Gracias.