Ella entraba
todos los miércoles en mi casa en un programa llamado “Detrás de la Fachada”, y
la inundaba de gracia y frescura. Dijo una vez que no sabía por qué la gente se
reía con ella si no era graciosa, que en
cambio era muy romántica, que le gustaban las novelas. No sabía que era una gracia. Una vez descubrí su foto en una revista que conservaba mi bisabuela, era anunciando un jabón; el "Rina", Propaganda que repitió en los años '90 y que una amiga me hizo llegar a Río de Janeiro, donde vivo y que aquí conservo. A los 16 años fui a verla trabajar al teatro y me conmovió que al final, el animador explicara que no estaba en el escenario, porque uno de sus hijos estaba internado grave.
En mi infancia tuve varios sueños recurrentes
y uno que me persiguió hasta la edad adulta fue aquel en el que almorzaba con
ella; que era su convidado y que me servía el almuerzo. Mi alegría
al despertar era total. La imagen, era de una nitidez y claridad única. Sólo cabía una mesa redonda, vestida con
mantel blanco, al fondo una meseta, también blanca, yo sentado en el extremo
derecho horizontal de la mesa y ella venía con el plato por el lateral izquierdo. Nunca se lo conté a nadie y creo que
era por eso que se me repetía.
El tiempo
pasaba y llegó la adolescencia, pasé a la adultez y el sueño aún me perseguía, tenía que
materializarlo de algún modo. ¿Qué hacer,
cómo?
Pues era fines
de 1994 y del 3 al 17 de diciembre se celebra, como es costumbre, el Festival
de Cine de La Habana. El 4 de diciembre era su
cumpleaños y ese mismo día estrenaron “Rey y Reina”, que fue una de sus últimas
presentaciones en cine. Solía desde hacía 10 años, - los mismos que tenía de
trabajo -, escoger ese período para las vacaciones. Supe por unos amigos que
harían un homenaje con cena y música en vivo en los jardines de la UNEAC (Unión
Nacional de Escritores y Artistas de Cuba), por lo que al salir del cine, del
estreno de su película, fui para dicha institución. Caía la tarde y me paré afuera,
yo tenía que entrar. Pasada media hora, llegó un camión con mesas y sillas para
el evento, y al ver que necesitaban ayuda, se la ofrecí y me puse a cargar. Al terminar, me quedé dentro y de ahí no
salí. Llegó un grupo de invitados y
entre ellos divisé a un actor conocido; Miguel Benavides que EPD, que venía
acompañado de Adolfo Llauradó y Martha Jean Claude - todos ya desaparecidos - Benavides,
que también me vio, me saludó e invitó a su mesa. Ya instalado, le conté mi
historia y él solidario me dijo: Yo te ayudo. Y así fue.
Al rato llegó
ella, la homenajeada, acompañada de Rosita Fornés, la vedette de Cuba, que
venía acompañada por su anciana
madre. Pasó el tiempo y mi amigo se percató
de que Rosita se levantaba con su mamá, quedando dos lugares vacíos al lado de
Consuelo. Todos pasaban para felicitarla y allá fui yo, pero entré por otro
ángulo, pudiendo sentarme a esperar a su lado. En ese momento llegaron los
camareros a servirle, le dieron un plato, y se lo dio a Rosita que había vuelto
y el segundo me lo extendió ella a mí
que con ojos vidriados, sin saber ella por qué, le dije gracias, y felicidades
Consuelo.
Mi sueño ya
estaba realizado y superado pues comí entre dos glorias de Cuba: Consuelo Vidal
y Rosa Fornés.
2 comentarios:
Muy bueno,gracias de su parte desde donde esté y de mi parte su hija....un beso enorme para ti.
Gracias a ti. Para mí es muy significativo al menos que ustedes lo sepan, porque es un hecho real de mi vida y no siempre se tiene la oportunidad de llegar a los mitos. Ella nunca lo supo ni siquiera imaginó. El momento fue mágico y esa magia perdurará siempre.
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