martes, 8 de noviembre de 2016

Conmigo no. (La auto excursión)


Si me agreden y no reacciono, no es por miedo a los demás, es por miedo a mí mismo; tengo muy malos instintos que controlo y peores pensamientos, mi abuela siempre lo decía: Lo peor que hay es la lengua y el pensamiento. Yo no hablo, sólo miro y pienso, por eso, aquella mañana de marzo del año '74 en que me eligieron para ir de excursión al Palacio Presidencial, y Herminia, la alumna más vieja del aula, se paró y con crueldad dijo que yo no debía ir, porque era indisciplinado y al final me cancelaron el paseo; sólo la miré con toda la pureza del niño que fui y del que pienso que algo debe quedar por ahí y me dije para adentro: Me las vas a pagar. No obstante, a las dos de la tarde (2:00pm), le pedí a "abuela patata" - como le decía a mi bisabuela que EPD - 10 centavos para duro-frío y me fui a la calzada de Luyanó, crucé en el Cine Dora, y cogí hasta la calzada de "10 de octubre", pasé la peluquería "Sobrinos de Sixto" y ahí cogí la ruta 4, hasta la última parada, crucé nuevamente y entré al Museo de la Revolución, antiguo Palacio Presidencial, allí para mi sorpresa había un primo mío con su escuela, me uní al grupo y escuché la visita dirigida que había sido planificada para ellos. Quedé maravillado con las historias y la explicación sobre las salas, miré cada objeto, documento, foto; me deparé por primera vez ante los zapaticos de Nemesia, los que imaginaba de canastilla y no era así, pues la niña Nemesia era el "gran pialle", tenía un 41, la pobrecita. Al bajar las escaleras, con el grupo, llegaba el de mi escuela, "con sus pañoletas, blanco y azul turquí" , como decía la cantante y compositora África Domech, les dije adiós con una sonrisa y la maestra me miró sorprendida sin saber qué hacer ni decir, la muy cínica. Fue esa la misma que me quitó el examen de matemáticas por fraude y al final le saqué 100 puntos.
Como ven ya a temprana edad daba muestras de mi carácter capricorniano, nadie me pararía. Pasó el tiempo y pasó y me hice museólogo, empecé a trabajar como Guía "C", pasé, por "B", llegué a "A", al mismo tiempo iba pasando de año en la universidad por la noche y en el '91 cuando me gradué de Licenciado en Historia del Arte ya era Museólogo "A" y ahí llegó mi revancha cuando una bella tarde apareció un grupo de estudiantes con su auxiliar a visitar el museo y con gran placer les di la visita ante la mirada asombrada de su auxiliar pedagógica, Herminia. Al final me despedí y me presenté diciéndoles mi nombre completo, y agradeciéndoles la atención; fue cuando me dirigí a Herminia y llamándola por su nombre le pregunté: ¿Vinieron todos o solo los más disciplinados? A lo que me respondió con voz apagada: Vinieron todos, y se fue para nunca más volver.

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