viernes, 4 de noviembre de 2016

El velo


Había llegado el día de la boda y ya estaba el traje, alquilado en Galiano y los zapatos de Primor, blancos impecables, Juanita vendría a pintarla y Sonia le prestaría el cuarto para las fotos. A pesar de su avanzado estado de gestación, apenas se le notaba la barriga: Es niño mamá, decía su madrina y la que también sería madrina de casamiento. La boda se celebraría en la Iglesia del Espíritu Santo, esa que está en Cuba y Acosta, donde se celebró la de su madre, su abuela y su bisabuela. Como su madre, también ella siempre fue de muy poco pelo; era de aquella pasa dura, dura y rebelde que no crecía y mira que se le echó cosa en esa cabeza, pero a María Regla no le brotaba ni un frijol de ese cráneo.
Armandito el del ICR que trabajaba en las aventuras - y muy amigo de la familia - le había conseguido un aplique, el mismo que había usado la gitana Cruz en Enrique de Lagardere que por eso al pobre lo cogieron y lo botaron y tuvo que presentarse en "4 ruedas" con Loló Pluma de Buitre y decir que eran pareja para irse por el Mariel como escoria; un muchacho tan bueno y decente con su defecto, pero a él le surtía efecto. Pues bueno para no cansarlos, el día antes de la boda y en medio del alboroto que eso conlleva, se dieron cuenta que la niña no tenía pelo de donde agarrarle el aplique y se le ocurrió a la tía Ofelia en el momento que le estaban rogando la cabeza a la futura novia para su asentamiento y tranquilidad, buscar en las cosas que le habían dado para la canastilla.
Ya parte de la canastilla estaba comprada y la otra había sido heredada de su cuñada Maria Ofelia. Todo escondido en casa de la suegra hasta el casamiento, porque Horacio, su padre, no sabía nada del embarazo de la hija. Militar retirado y chapado a la antigua hubiera matado a Emilito de saber sobre la precipitación de la pareja y su consecuencia. Había criado a María Regla como una perla; así la llamaba de "mi Perla" y pensándolo bien, lo había asumido, al menos su cráneo y no por bella - aunque tenía su gracia - sino por pelona. Su sueño era un día ponerse rolos y hacerse un torniquete con restos de rollo de papel sanitario, como todas las muchachitas del vecindario. Loreta - su muñeca, la de su último juguete, cogida en el primer día de compra de "Reyes" - que dicen que tenía la cara de Rocío Durcal -, era rubia y de ojos azules, para mayor maldad, y con el pelo largo; ella la peinaba y la peinaba, realizándose en su imagen.
En medio de los regalos recibidos y heredados, había una caja con un paño que parecía encaje y al ser descubierto por su madrina, la que lo fue abriendo y abriendo, apareció un mosquitero, nuevo de paquete y con la forma para que fuera colgado de un baldaquino de cama de bebé. Se le iluminó el rostro a la madrina que corriendo fue a ver a Caridad, una vecina que tenía en su traspatio un jardín. Sin tiempo para el velo, tampoco había aparecido el ramo de flores y así fue como Caridad le dio de su pequeño jardín un mazo de Marpacíficos moñudos color champán, de ahí Armandito le hizo el ramo con papelitos plateados de caramelos de "rompe-quijá", y quedó de lujo, bordeado con un pedazo del encaje del propio mosquitero. El mosquitero se lo prendieron al poco pelo que tenía, trenzado de marpacíficos y así Horacio la sacó del brazo, feliz por todo el solar de los Villa Lobos. Entrando en el carro, las flores se cerraron, pero nadie lo percibió, porque saliendo de él y entrando a la iglesia se abrieron de nuevo al son de la marcha nupcial, tocada por el increíble órgano de la iglesia. Emilito la esperaba en el altar. El mosquitero quedó perfecto a modo de capa, tapando y adornando su cabeza y a su vez secando sensiblemente la estela de liquido que iba deslizándose por la piernas de María Regla. Fue entonces que comenzó un cuchicheo en la iglesia que sólo terminó al grito del ¡Síiiiiiiii! de la novia, en un alarido eclesiástrico y un desplome total en los brazos del cura. De parto, estoy de parto, se le escuchó balbucear, ante el rostro atónito del padre que pensaba que era un juego infantil, pues los niños que no sabían de nada, comenzaron a cantar: Al ánimo, al ánimo, la fuente se rompió y en medio de tanta confusión y ante la imagen del Espíritu Santo nació Horacito, como lo nombraron en honor a su inocente y pobre abuelo que casi no lo puede conocer. espantado por la llegada prematura y sorpresiva de su primer nieto.
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