La
vida no enseña, ella muestra las cosas - que no es lo mismo en este caso
conociendo la ambigüedad del verbo - y uno
las escoge; a veces por selección natural, otras porque no queda más
remedio. Eso de escoger es tan relativo,
tiene que ver con ADN, con principios, con gusto - sea malo o bueno - con el
destino y cómo vengan las cosas. Dios
sabe cuánto uno se esfuerza para todo, y las cosas llegan en su momento y en el
peor de los casos no llegan. Sonreímos y
nos expresamos con alegría, sin dejar ver la procesión, que va por dentro,
como decían los mayores.
Hace
unos días le consultaba el Tarot a una muchacha vecina del barrio y se quedó horrorizada, por la salida de la carta que tuvo “La Muerte”. Antes le había
hecho la numerología y estaba en número “1”.
Me preguntó: cómo la muerte si estoy en número “1”. Querida, le dije, es que para estar en número
uno, tienes que pasar por el “9” que es el final, algo tiene que morir; si no
se rompen las cosas, no las compras y renuevas, así de simple funciona el
universo. Ella quería revivir un amor gastado, y cuando el amor muere no se
revive ni en un crucero por el Caribe, a no ser que te encuentres otro. Simplemente
hago una traducción de las experiencias mezcladas con la formación y educación
que he tenido. Me criaron lo mejor que
pudieron pero siempre supe lo que era bueno y malo. Si quería lo malo, sufriría las consecuencias
y así fue desde el primer momento que hice cosas que nunca he contado ni
contaré, porque a pesar de ser malas, las disfruté y no tengo cargo de
conciencia. Tampoco le hacía daño a nadie, quizá a mí mismo, un daño
consentido, como aquel dolor que antecede al placer o viceversa, aquel placer
que te da dolor, en muchos casos eterno. Estoy hablando de amor, de sexo, de pareja,
de relaciones, de aquella traición en la que uno no traiciona, pero traiciona
el otro lado y no le duele a nadie en ninguna parte, a no ser que se entere el
traicionado. Esto no es igual con los
amigos, con ellos es diferente, creo que duele más, porque los amigos o son como
amores con todo, menos sexo. Los amigos son familia rescatada de otros núcleos y
senos tal vez de otras vidas. Duele mucho que ellos traicionen. Lo peor es cuando no se dan cuenta que están quebrantando normas
y valores; incapaces de ponerse en tu
lugar, de no sentirte, y es realmente eso: no te conocen. Cuando te haces conocer, tomando una actitud,
no lo aceptan y se ofenden, a veces
tildándote de incoherente, es cuando la razón viene e impera, donde el ojo salta y lo ve todo.
A
esos solo les deseo suerte, porque la van a necesitar, es que la vida no enseña, ella cobra.
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