viernes, 4 de noviembre de 2016

Milagros y Caridades.





Me había quedado sin trabajo y como mis Dioses me dieron el Don de la cocina; coloqué un anuncio de confección de "buffets" para pequenãs reuniones, no sin antes prometerme que si encontraba al que impuso la ley que me obligó a salir de aquella empresa, lo destrozaría. Pasaron una, dos, tres, siete semanas y recibí un llamado; el anuncio había comenzado a surtir efecto. Era para un cumpleaños en un "penthouse" en la playa de Flamengo, cerca de casa. Llegó el día y luego de servir la mesa de fríos que incluía alitas de pollo acarameladas con miel, inventadas por mí; la ensalada de pollo y atún, que me hacía mi madre, las pulpetas que me había enseñado  a hacer "Lala" la mamá de mis Susana y Silvia con tanto detalle y las croqueticas con la salsa bechamel que me enseñó a hacer "el viejo Florencio", los padres de mis amigos Pulga y Pin . Acompañado de cocteles cubanos, donde no podían faltar la Crema de Vié de mi bisabuela, el Mojito, la Sangría y el "Cuba libre, también conocido como "ja-ja", por la expresión de algunos cubanos cuando mencionaban - no sé por qué - el afamado trago.
Acabó el servicio y me senté a ver como lo disfrutaban todo, pues no acostumbro a comer cuando cocino. Me llenaba viendo a los demás degustar los platos y cocteles. Cuando a mi lado se sienta un hombre maduro y fornido y con semblante feliz, de esos rostros que uno quiere tener siempre como amigo. El hombre en tono dulzón, me halagó, todo lo que había preparado, cuestionándome en qué restaurante trabajaba, a lo que respondí que no me dedicaba a eso, que era algo circunstancial, pues había perdido mi trabajo por una ley que hizo que saliera hasta que no se verificara mi formación profesional. Tenía formación superior y documentos que lo acreditaban pero otros no y debían corregir esto pues por el hecho de hablar un idioma no podían enseñarlo en una empresa mulinacional, como realmente era. El hombre al escucharme fue cambiando su color de tonos pálidos, hasta el enrojecimiento total, no solo de de su faz, también de sus ojos  Atónito y sin explicarme cuánta sensibilidad por parte de mi interlocutor  hacia mi situación, no conseguía caer en lo que estaba a punto de suceder. Me sujetó del brazo y me dijo, con voz entrecortada: Fui yo quien impuso esa ley. Una vez Dios se estaba manifestando; era un "milagro". Sólo atiné a mirar al infinito astral y buscar la primera estrella que más brillara. Como había pedido esta vez se me cumplió de otro modo  Lo había destrozado, pero no físicamente, le había destrozado el alma. El hombre cambiando de tono me confesó ser un alto funcionario de esa empresa y me prometió ver mi caso, porque aunque era formado en letras no lo era en pedagogía; así que me pidió un tiempo hasta el próximo lunes y dándome su tarjeta, marcó una conversación al final de la tarde del primer día de la semana siguiente. Era sábado por lo que era sólo un día de por medio. 
Pasó el fin de semana y llegó el esperado día. A las seis de la tarde marqué el número y una voz femenina me atendió; era la secretaria que me lo pasó al instante. Estaba esperando mi llamada y para mi sorpresa me dijo: Alberto, te tengo buenas noticias. Moría de ansiedad preguntándome qué sería, el hombre continuó diciéndome que debía presentarme al día siguiente en el Instituto de Letras Españolas, pues me había gestionado y conseguido una beca de estudio para formarme como Profesor de Español . 
Al tiempo que hablaba, me encaminaba al canastillero y  frente al altar, en el que profeso mi fé, caí de rodillas ante él; sólo atiné a decir: Vírgen de la Caridad, Ochún mi madre muchas gracias por "el milagro y la caridad". 
Así fue como me formé de profesor y al ser llamado por las autoridades de Brasil para darme mis documentos oficiales, pude comprobar qué y quién era. Ya para ese entonces estaba contratado en otra gran empresa que me valora como el profesional soy.
07/09/16.

No hay comentarios.: