viernes, 4 de noviembre de 2016

El viaje


Se levantó gritando en medio de la noche, había pasado por una pesadilla horrorosa, el marido le preguntaba qué había visto, y ella no podía responder aún enmudecida por el impacto; la suegra le trajo un vaso de agua y sonó el teléfono; era la vecina. Ellos eran una familia muy callada, ahí - en esa casa - no se oía el zumbido de un mosquito. Paula Rosa pudo calmarse, le estaban volviendo los colores, ese no había sido un sueño cualquiera, fue un viaje del alma, un viaje al pasado, a aquel '93 cubano, sólo atinaba a balbucear Polyvit, Polyvit. Nelson - el esposo - le trajo un frasco de CENTRUM y fue peor. Se desmayó y ya llegaba la ambulancia, al tiempo que amanecía y entró la luz del sol que le encandiló los ojos dándose cuenta que no estaba en La Habana ni en el año '93 y que tampoco se había quedado ciega por neuropatía. No veía nada porque realmente fue un viaje, un viaje del alma y había llegado en apagón.

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