lunes, 14 de noviembre de 2016

Señales del cielo





Corría el año 2009, ya se habían cumplido nueve (9) años de mi salida por 15 días de vacaciones a Brasil; a los tres meses sabía que ya no podría regresar a Cuba. La cura fue de caballo, de llantos delante de una tienda repleta o frente a una sutil postal del "Día de las Madres" en una papelería, sí de esas que vienen con mensajes sentidos a propósito del día. Solo quien lo pasa para saberlo. No se me olvida entonces cuando le escribí la postal a Silvia por sus 40 años, no podía levantarme de aquella mesa ante la mirada de los curiosos que no me dejaban enjugarme las lágrimas, pero por suerte luego tuve la satisfacción de saber de que por aquellas cosas del destino la postal llegó el propio día del cumple y se hizo un momento para leerla, emocionando a los que en la celebración estaban, cosas como esas pasan. 

Pero como todo pasa - hasta la guagua - Esa mañana me había despertado muy fresco con una alegría poco usual y recordé el sueño que había tenido, íntegro, que más que un sueño fue una revelación. En Cuba yo era devoto de la Virgen del Carmen y de Santa Bárbara - aún sigo siéndolo -. Las visitaba, tanto en Infanta. como en la calle Cuba y Acosta, de la Habana Vieja donde está la que reconozco como la más bella imagen de Santa Bárbara en La Habana y hago esta alusión para entrar en el sueño. En este me adentraba en una parroquia, que luego reconocí como la Iglesia del Carmen de Lapa en Río de Janeiro - la que también visito aún - y parado ante un altar levantaba una orquídea en su estuche transparente, lanzaba hacia la imagen de una virgen una carta remitida a la Virgen, que deshacía en pedazos antes de tal acto, como para que nadie la leyera, al mirar hacia la derecha, una paloma blanca pasaba volando en el momento que me acercaba al altar, momento en el que me desperté.





Salí de la cama como un resorte, me dispuse a ir hacia el trabajo, y di mi primera clase de 8:00 a 9:00 de la mañana, al terminar, salí corriendo hacia el mercado de las flores y pedí una orquídea, me la colocaron en el mismo estuche que ya había visto, entonces me encaminé con prisa y entusiasmo a la Iglesia del Carmen








Al llegar a esta estaba cerrada, me enfrié ante su puerta, pero miré y al lado su sagrario - que es una especie de capilla - estaba abierto, entré y ya la luz del sueño me iluminaba por detrás y otra luz venía del patio central, me acerqué al altar, levanté la orquídea y lancé la carta que ya traía en diminutos pedazos, ahora faltaba la paloma blanca, y me pregunté aún sin mirar al lado: de dónde sale la paloma ahora Dios mío, para que sea perfecto. Tomé aire y al lado derecho, en el acto no percibí nada, sólo cuando levanté la cabeza hacia el altar mayor y allí estaba la paloma gigante, al centro de la Santísima Trinidad.






Con calma me hice la señal de la cruz y continué dirigiéndome al otro altar, donde para mi sorpresa me detuve ante una urna de cristal donde se encontraba "Nuestra Señora de los Destierros"
 ¿Es que no estaba yo en el destierro? Me pregunté a mí mismo. Fue en ese año de 2009 en que al mes siguiente por una ley gubernamental de amnistía, quedé legal en Brasil y pude volver a mi Cuba y ver a mi Carmen de Infanta y a mi Bárbara de la Habana Vieja, esta vez acompañado de mi madre Santa.



Imagen que hoy preside la entrada de mi casa.





23 de Julio de 2016.
13:12 pm


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