Siempre me preguntan: por qué siendo cubano, elegí a Brasil, a lo que siempre argumento que ya mucho antes de mi salida de Cuba, hacía un tiempo, algunas personas me decían
que parecía brasileño. En aquel momento, ni por mi mente me pasaba vivir en el
gigante del Sur, en la tierra de Roberto Carlos, mi cantante preferido, el de la música que me transportaba al
paraíso, en el tono y la voz de Djavan, Milton, Bethania o Simone, por
algunos mencionar.
He venido a parar aquí, a este Brasil verde y
amarillo, que siempre fueron mis colores preferidos y el de mi ensalada
predilecta y la de muchos cubanos - la de aguacate - o el de Carmen Miranda que, aunque era portuguesa, en
"Cine del Hogar", y en una de las películas de Mirtha Legrand, entonaba: "...un beso de amor en Brasil,
Brasil, Brasil..." Y al llegar a Brasil supe que una de sus canciones más
populares fue “Tico-Tico no fubá”. Tico es como me conocen en Cuba, sobrenombre que
viene del diminutivo de Alberto, dado por mi primito, que al quererme decir
"Albertico" lo acortó, y fue como fui conocido durante mi infancia por todos en mi barrio,
Luyanó; cuna de muchos Pijuanes, que es el apellido de mi familia paterna.
En las vacaciones de 1971, estuve alquilado en una casa en la playa con
mis padres, en “Santa María”, y una noche
fuimos a cenar a un hotel llamado “Atlántico”, que tenía en su entrada una
especie de serpentina en blanco y negro. Creo que fue cuando escuché hablar por
primera vez de Copacabana, cuya acera (calçadão) le sirvió de inspiración a la que le daba
acceso al hotel. Desde ese entonces,
siempre que iba a la playa y me preguntaban: a cuál playa había ido, decía que
a Copacabana, sin saber siquiera dónde quedaba.
Años más tarde, en 1984, al formarme
como museólogo, me tocó iniciar mi
historia laboral en un museo cuya ubicación era en la calle Cuba #460 entre Amargura
y Brasil. Allí trabajé durante 16 años,
siendo mi única experiencia laboral en
mi país de nacimiento, lugar que hice como mío y donde me superé como
profesional y como ser humano y donde
estuve hasta que tuve que decidir entre Cuba, Amargura o Brasil.
Por eso, hoy, cuando me preguntan por qué elegí a Brasil,
siempre respondo lo mismo: Brasil me eligió a mí.
Rio de Janeiro, Jueves,
2016-11-24
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